NUEVA YORK — Altagracia Fontánez, de 81 años, es la prueba de que los sueños no tienen edad. Hace dos años, la hispana, quien es de origen dominicano y puertorriqueño, decidió ir a la universidad para obtener su licenciatura en servicios sociales. Hoy, cuando recibirá su diploma asociado en arte del Boricua College, verá la primera parte de esa meta hacerse realidad.
“Yo quiero ser una inspiración para otras personas de mi edad. Mucha gente pasa el día sentada pensando en sus enfermedades o en que se van a morir”, dijo Fontánez, quien se gradúa con un promedio de 3.9.
Pero la recompensa no ha venido sin sacrificios. Fontánez, quien tiene tres hijos, cuatro nietos, y ocho bisnietos, tuvo que vencer varios obstáculos, desde aprender a usar la computadora, pasando por el escepticismo de quienes la rodean, hasta enfrentar un cáncer de senos, y una cirugía de la tiroides.
“Esto no me va a parar”, dijo explicando que ella siempre termina lo que empieza.
Cuando Fontánez obtenga finalmente su licenciatura tendrá 83 años y dice que lo más probable es que no vaya a ejercer una carrera en servicios sociales. Sin embargo eso no la desanima, pues lo que la impulsó a ir a la escuela de nuevo, fue el mero deseo de obtener un diploma.
“Estuve casada por 39 años con un hombre que era muy bueno, pero que no miraba con buenos ojos que su esposa fuese a la universidad,” explicó. Cuando enviudó decidió que ese era el momento para volver a la escuela.
Y si bien aprender a usar la computadora fue un reto, su edad fue una ventaja para otras asignaciones.
Fuente:El diario la prensa N.Y.
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