jueves, 2 de diciembre de 2010

CUANDO SE CASAN NUESTROS HIJOS



Nos pasamos más de la mitad de nuestras vidas educando a nuestros hijos, si no aprendemos a equilibrar , perdemos casi todas las energías en el proceso, nos privamos de muchas cosas, dejamos de ser nosotros mismos, sólo para conseguir el bienestar de ellos.

Nos manipulan, cuando queremos comprarnos algo, el complejo de culpa hace que cambiemos de opinión y les proporcionemos cosas que realmente no necesitan.

Especialmente nosotras las madres, cuando están enfermitos nos gastamos casi toda la noche chequeando a ver si respiran, mientras en algunas ocasiones la pareja a nuestro lado, ni se entera, no es que sea mala gente, simplemente las nosotras somos más entregadas.

Luego de pasar por todo este proceso, llegan momentos de gloria, son aquellos en que finalizan su carrera, se casan y se van, dejándonos con la plena satisfacción del deber cumplido y totalmente convencidos de que no hay que hablarles tanto a los hijos: sólo hay que darles un buen ejemplo.

Aún después de casados, se niegan a querer llevarse todas sus pertenencias, insisten en seguir invadiendo un espacio que no les corresponde, es ese el momento en que debemos plantarnos firmes como militares, ayudarlos si es posible a empacar sus cosas, no dejarnos chantajear y luchar por ese espacio que ya sólo nos corresponde a nosotros. Debemos sacar el mejor provecho de esa etapa de la vida.